Paraguay dejará de vacunar contra la fiebre aftosa a partir de 2027

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La nación guaraní definió un cronograma concreto para abandonar la campaña de inmunización en dos años, con el objetivo de obtener el estatus de país libre de la enfermedad en 2028. La medida, sustentada en evidencia técnica, ahorro económico y oportunidades comerciales, se suma al camino ya recorrido por Brasil y Bolivia.

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Paraguay anunció formalmente su decisión de cesar la vacunación contra la fiebre aftosa a partir de 2027, con el objetivo de alcanzar el estatus de país libre sin vacunación ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (Omsa) en mayo de 2028.
El presidente del Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa), José Carlos Martín declaró: «Está difícil la discusión, pero consideramos que es el camino correcto si creemos en lo que hacemos».
La medida fue comunicada por el funcionario en una presentación técnica que incluyó los fundamentos sanitarios, económicos y científicos detrás de la decisión.
La planificación establece que la última campaña de vacunación se realizará en 2026 y que, desde entonces, Paraguay trabajará en la documentación sanitaria necesaria para la Omsa.

CAMBIOS
REGIONALES

En los años 90, Paraguay, junto con Brasil y Bolivia, era considerado un país de riesgo por su manejo irregular de la vacunación contra la fiebre aftosa. En contraste, Argentina y Uruguay eran los referentes sanitarios.
Sin embargo, la situación se ha invertido en las últimas décadas. Brasil y Bolivia ya obtuvieron el reconocimiento como países libres sin vacunación y ahora Paraguay se encamina a sumarse a ese grupo.
«La convicción sobre lo que hacemos es clave», sostuvo Martín, quien remarcó que el objetivo es posicionar a Paraguay entre los países que hoy lideran el comercio cárnico internacional. Actualmente, el 74 por ciento de la carne mundial proviene de países libres sin vacunación, mientras Paraguay representa apenas el 4 por ciento.

ARGUMENTOS
ECONÓMICOS Y TÉCNICOS

Según datos de Senacsa, la vacunación y monitoreo implican para Paraguay un gasto cercano a los 17 millones de dólares anuales. Esto incluye 6,9 millones para la adquisición de vacunas, 9,5 millones para la certificación y 500 mil dólares para los controles sanitarios. «Esto no es un tema de precio, es un tema de acceso», subrayó Martín, al referirse a las restricciones que enfrentan ciertos cortes y especies por falta de estatus sanitario superior.
Paraguay estima que la eliminación de la vacunación podría generar ingresos adicionales de hasta 200 millones de dólares anuales, especialmente por la apertura de mercados para carne con hueso, y por una mayor inserción de productos ovinos y porcinos. «En ovinos, por ejemplo, se exporta solo la primera mitad del animal; la segunda queda sin mercado por falta de estatus sanitario», explicó Martín.
El país ya informó su decisión a la Omsa y ha iniciado los preparativos técnicos y administrativos para sustentar su pedido. Las autoridades paraguayas sostienen que el fin de la vacunación es coherente con la realidad sanitaria del país, donde no se han registrado brotes recientes y la erradicación ha sido comprobada.

Impacto regional

La decisión paraguaya se enmarca en una tendencia creciente en Sudamérica. Brasil, que obtuvo el reconocimiento en mayo pasado, y Bolivia, que también fue declarado libre sin vacunación, marcan una pauta regional de modernización sanitaria. «No vamos a esperar a todo Brasil, pero necesitamos que al menos inicie», sostuvo Martín en referencia a la necesidad de coordinación en el Cono Sur.
Mientras tanto, en Argentina el tema no ha sido objeto de debate reciente. A pesar del recuerdo de brotes como el ocurrido en Corrientes en 2007, las autoridades argentinas no han propuesto aún una hoja de ruta para abandonar la vacunación. La falta de consenso político y la presión de intereses sectoriales frenan cualquier posibilidad de revisión del esquema actual.
Senacsa comenzó a trabajar en este proceso en 2020 y logró formalizar el consenso público-privado en 2023. El cronograma prevé que en enero o febrero de 2026 se comunicará oficialmente a la Omsa que ese año será el último ciclo de vacunación. A partir de allí, se iniciará el proceso de validación técnica y monitoreo posvacunación.
Martín también remarcó la importancia del respaldo técnico como parte esencial del cambio: «No tiene sentido seguir recomendando la vacunación contra una enfermedad que ya no existe en el país y cuya erradicación fue comprobada». La visión paraguaya es que el cambio no solo generará beneficios comerciales, sino también un ahorro fiscal importante.
El proceso aún requiere ajustes regionales. La integración al banco regional de vacunas es un paso pendiente para Brasil, cuya participación es considerada clave para sostener una cobertura estratégica ante eventuales emergencias. Sin embargo, Martín enfatizó que Paraguay no condicionará su decisión a lo que hagan los demás.

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