Alan Sabbagh, de los papeles secundarios en la TV al antihéroe protagónico del streaming

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Tuvo el mejor infarto de su vida, pero su suerte (en la ficción) no mejoró. Aunque fuera de guión Alan Sabbagh, esposo de una viuda negra encubierta en la nueva serie original de Flow y TNT –Viudas Negras, P*tas y Chorras-, que se estrenó el 27 de junio en TNT y desde el 28 ya está completa en Flow- parece estar de racha buena.

“Pablo es un padre de familia al que se le desmorona su mundo personal y económico de a poco”, cuenta. El actor que llevó el infarto de Hernán Casciari al streaming y hace del antihéroe un rol a su medida, agradece esta brisa de viento a favor en tiempos fluctuantes para la profesión.

“Fue un lindo año hasta ahora, por lo menos de cosas que se estrenaron aunque no hubo tanto trabajo. Soy un agradecido y estoy contento, pero es verdad que la torta de laburo se achicó. Me contaron de Viudas negras a esta altura del año pasado y no hubo mucho más que esperar los libros, porque era garantía la gente que estaba atrás. Como Pampa, la productora, Male (Pichot) que la admiro y tiene un humor retorcido que me encanta”, dice sobre el proyecto dirigido por Nano Garay y Coca Novick, comandado por Malena -creadora, showrunner, guionista- y protagonista junto a Pilar Gamboa, esposa de Sabbagh en la trama.

De largas jornadas al sol (se rodó a finales del año pasado, con Clarín presente en locación), su personaje de clase acomodada y vínculos superficiales -a excepción del que tiene con su esposa y su hija- presume lujo y amenities hasta en la habitación.

Alan confiesa que admira el abordaje de ficción de Malena Pichot: «Tiene un humor retorcido que me encanta». Foto Ariel Grinberg

Pero no todo lo que brilla es oro y su buena fortuna, con fecha de vencimiento, se desmorona con más dosis de humor negro que dramatismo: “Se entera de toda la vida B de su esposa que le resulta un cachetazo de realidad espectacular”.

El triunfo del perdedor

-¿El antihéroe también tiene su encanto?

-Y, te voy a decir que sí para que me sigan escribiendo antihéroes, ja ja. De alguna manera lo tiene y me gustan esos personajes. El hecho de que Pablo se haya casado con un personaje como el de Pilar lo hace antihéroe. Que esté tan enganchada y no lo quiera defraudar es un triunfo de Pablo. Ella carga mucho con la culpa (es una ex viuda negra que debe volver a delinquir) porque me cuida y no quiere que me entere.

Iair Said y Alan Sabbagh en una escena de «División Palermo».

-¿Es otra víctima de ella o esconde algún as bajo la manga?

-Ya verán cómo se desenvuelven las historias. El desenlace queda ahí, un poco abierto. Pero creo que sí. Que a un tipo de la envergadura de Pablo alguna última jugada le queda.

-Está planteada como una comedia negra, pero tiene varios colores. ¿Qué paletas habilitaste para hacer humor?

-Lo que me sucede no es tan absurdo, el mundo de mi personaje, pero sí lo interpretamos desde ese lugar y desde el disparate. A mis personajes los tomo en serio y trato de defenderlos a muerte. Que parezca de verdad lo que pasa pero desde el absurdo total.

-Venir de otro tanque como “División Palermo”, que ya jugaba con ciertos bordes para hacer humor, ¿les dio otro margen con Pilar Gamboa para salir a jugar?

-En División Palermo ni nos cruzamos. Con Pilar no habíamos laburado nunca, pero nos conocíamos y siempre hubo un “por favor que nos toque”. Está bueno correr un poco los limites, porque el humor se había cerrado mucho a ser políticamente muy correcto y a mí, por lo menos, me causan gracia ciertas cosas que en los últimos años no se pudo abordar tanto. Y ahora se corrió un poquito el límite. Yo creo que hay que bancársela y hacer humor con muchas cosas.

«El mejor infarto de mi vida», la serie que recreó la experiencia vivida por el escritor Hernán Casciari.

Y agrega: «Viudas… es una serie disparatada y hacía mucho que no me pasaba tener que cortar escenas por tentadas porque soy bastante de bancármela.

-Pasaste de escritor fantasma infartado a esposo de viuda negra. ¿Buscás esa distancia entre personajes para que no saturen o choquen entre sí?

-Sí, igual no encuentro puntos en común. Tal vez los últimos… que, de alguna manera, siempre tienen algo de ese mundo.

-¿En la época televisiva te bancabas más la fotocopia del personaje anterior?

-En la tele era muy así, siempre. Esto también es tele, pero es verdad que se desarrollan un poco más los personajes y antes era más palo y a la bolsa. También había que laburar, entonces si uno necesitaba… era lo que había. Y si hay más agua para seguir sacando del pozo, y bueno, aprovechémoslo. No siempre se puede.

Sabbagh cuenta que este año no trabajó tanto, pero sí se estrenaron ficciones grabadas en 2024 y 2023: «Ahora hay menos laburo para todos y cada vez somos más actores». Foto Ariel Grinberg

Aguante la ficción

-Hoy tampoco hay pantalla para todos los actores en plataformas o en cine. ¿Cómo es contar con este viento a favor y demanda con vos de acá al último tiempo?

-Yo lo disfruto. También son muchos laburos sueltitos que se van estrenando y parece que estoy todo el tiempo laburando, pero en realidad este 2025 tuve 4, 5 días de laburo nada más. El año pasado no laburé tanto, pero el anterior sí y está como desperdigado en el tiempo.

Entiende que «hay menos laburo para todos y cada vez somos más actores. Es difícil. Para las nuevas generaciones, las viejas, las medias, todos. Yo no puedo estar más que agradecido y en el interior pidiendo por el resto que ojalá la situación mejore para que todos puedan laburar un poco más variado».

-Qué se hagan producciones de esta calidad o mismo «El Eternauta», ¿es un buen granito de arena para eso?

-Está bueno. Siempre es lindo que sea un proyecto con una producción fuerte que apoye, que se puedan hacer cosas y cuando llegás al set haya un despliegue importante y muy cuidado.

“A veces también sin recursos te encontrás con un equipo muy chico, pero que está híper profesionalizado y con una producción más chica le ponen todo”, aclara el actor iniciado en tiras y unitarios.

Central o periférico, no es su lugar en los créditos lo que hace a Sabbagh anotar en el marcador. “Entre la última serie y ésta me tocaron personajes chiquitos donde puse mi granito de arena y defendí de la mejor manera. Eran dos días de laburo que hice con toda la onda. Tratando de ir a meter mi golcito. Sacándole jugo a lo poco que me escribieron o haya. Si está bueno y el entorno es interesante, yo voy al frente”.

-¿Te fogueó acompañar tantos protagónicos donde uno debe ser funcional para que otro meta el gol?

-Sí, obvio. Por lo menos siento que me sé ubicar en el lugar que me toca. A veces protagonista, a veces no. A veces hay que jugar para el resto. No ser el centro de escena siempre. Es importante correr el ego y saber el lugar que uno ocupa en la trama, el capítulo, la escena.

-¿Y cuando jugaron para vos te devolvían la pelota igual?

-Sí, siempre tuve buenas devoluciones. Tuve muy buenos trabajos en grupo.

La pinta es lo de menos

-Físicamente estás cambiado respecto del personaje anterior. ¿Te suma, creativamente, subir o bajar de peso, ponerte un bigote, raparte la cabeza o no cambia la ecuación para el que lo cuenta?

-Si no estás en un extremo ni en otro, para mí no hace a la ecuación ni siento que me cambie la manera de interactuar. Te puede distraer al principio: mirá qué gordo, qué flaco está, pero después la actuación es lo que tiene que impactar, atravesar o llegar al corazón. Yo lo hice por un tema de salud que bajé de peso. Pero, en cuanto a personajes, tanta transformación física no es lo que más me excita a la hora de componer.

-¿Qué es?

-Qué pregunta difícil. Creo que es que deje algo. Si es comedia que te haga reír mucho y que te deje algo simpático. Me he cruzado gente que después de ver mis últimos trabajos me dijo: “Elijo tal cosa porque sé que estás vos”. Y es lindo haber puesto un sellito. Ése es el mayor premio. A lo que más aspiro es a que haya cierta identidad en lo que hago.

Reconoce que, en medio de su gran momento como actor, no descarta la idea de incursionar en la dirección cinematográfica.

Pero lo que todavía no patentó, el único examen sin rendir en la pantalla, es una caracterización real. “Hay un personaje político de los ’70, Rodolfo Galimberti… Siempre hemos jodido con amigos o algún productor que me ven algo parecido y es un personaje que leí su biografía y me apasiona”, dice sin biopic en su historial o a la vista.

-¿Sos muy lector o te atrapó su historia?

-Los últimos años se me fue la costumbre y me encantaría retomarla. Sobre todo pegárselo a mis hijos un poco más, que les gusta leer historietas. Yo solía leer más política o historia argentina, pero de los últimos años. Desde que nací, que tengo 45, para atrás.

-¿Ya bajó la espuma de “El mejor infarto de mi vida” (está en Disney+?

-Pasó. Duró, bastante. Fue un aluvión de buena onda.

-Lorena Vega, que también tuvo su pico de popularidad en el streaming (“Envidiosa”) dice que le preguntan si ya se compró la casa.

-La eterna fantasía de “llegaste”. ¿A dónde llegamos? Jajaja. Pero es lindo que sea reconocida tan masivamente, porque es talentosísima. Imaginate cómo adoro a “Lore”, que hace 25 años empecé a estudiar teatro y fue mi primera profesora (junto con Dani Cíparo en la escuela de Nora Moseinco). No te diría que me formó completamente, pero tuvo mucho peso en mi formación. Nunca nos volvimos a cruzar laburando y hace poco cruzamos mensaje. No hablábamos hace muchos años.

De las aulas de Moseinco al plató, el actor tocado por la varita de Juan José Campanella -y que perfilaba para director- supo capitalizar las cámaras a su favor. Y seguir anotando goles, con la camiseta del entusiasmo, en el marcador.

-¿Soltaste al director de cine que no fuiste?

-Una leve fantasía, así chiquitita, tengo cada tanto. Que me encantaría en algún momento, pero por ahora veo lejana. Tengo un par de anotaciones de hace tiempo, cosas sueltas, pero nunca un proyecto serio ni concreto.

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