A unas horas de otro de los semaforazos que familiares, amigos, vecinos, estudiantes y organizaciones sociales y políticas mantienen todos los viernes a metros de la Plaza Moreno en Remedios de Escalada, esta nota es un reflejo de que a pesar de que el gobierno de Javier Milei y los medios hegemónicos que tiene de aliados, insistan en criminalizar y demonizar a quienes salen a enfrentar las políticas de ajuste, la calle sigue siendo el escenario donde se desarrolla la resistencia que no pueden derrotar.
La realidad muestra que desde abajo emergen los hilos de continuidad, que nutridos de la solidaridad entre trabajadores, se fortalecen. Por eso, a cinco meses de la represión donde las fuerzas dirigidas por Patricia Bullrich hirieron a Pablo, seguimos exigiendo justicia, y castigo a todos los responsables materiales y políticos. Una vez más decimos: ¡Fuera Bullrich!
¿Te acordás cómo fue el día que sucedió la represión donde hirieron a Pablo Grillo?
El miércoles 12 de marzo entré por Avenida de Mayo. ¡Fue muy emocionante entrar con la columna de Astilleros! Venían cantando. Era una situación donde había una disposición de la gente a plantarse, porque había un montón de hinchas de fútbol. Me acuerdo haber pasado entre gente de Cambaceres con la remera de Temperley.
Se notaba que del lado izquierdo del Congreso ya había represión. Yo me iba a encontrar con Gera, un amigo, del lado donde estaba el escenario. Ya veía corridas de aquel lado, pero como yo estaba de este lado buscando a mi amigo, continué por ahí. Y bueno, doy la vuelta a la reja y me viene una oleada re zarpada de gases lacrimógenos. Entonces me cubrí la cara, me quedé dando vuelta ahí hasta que me di cuenta que seguía la represión de aquel lado, que a Gera no lo veía, y me vuelvo. Doy vuelta al monumento grande que hay en la plaza, por el medio de la plaza. Ahí veo que estaban tirando gases lacrimógenos, no solamente desde adelante, sino desde el techo del Senado hacía al centro de la plaza. En ese momento me cambié la campera y crucé otra vez al Gaumont donde se me viene a la mente la represión del 2017, donde también estuve asistiendo gente herida. Había metido cosas en la mochila, a todo esto le había pedido guantes a lo de la posta de salud pero no tenían.Estaba pensando en esto de que te tiran a los ojos, recordando lo que había pasado en Chile. Entonces estaba tratando quedarme a resguardo entre los árboles, y no sé por qué se fue ese pensamiento, y bajé a la calle. Ahí es cuando veo que lo traen a Pablo para atrás. Ahí me acerqué, me agaché, me arrodillé detrás de su cabeza, le apoyé la mano porque él tenía una cosa negra, una remera o algo en la cabeza. Ahí me doy cuenta, por la herida, de que la situación era muy grave. Entonces le pongo la mano ahí y empiezo a contener, además se lo querían llevar y yo fui de los que sugirió que no. Le dije a alguien que vaya a una posta de salud y consiga una camilla, porque no lo podíamos sacar así.
Ahí se arma un cordón de gente, otro cordón más atrás, y vienen los chicos de salud. Yo no tenía guantes, entonces me ponen. Esa situación es lo que se ve en la foto de Pepe Mateos, que yo tengo justo un brazo estirado. No sé en qué momento, antes que aparezca un médico, empiezo a pedir una tijera porque Pablo estaba acostado sobre su mochila, entonces estaba arqueado. No sé dónde aparece una tijera y le corto las tiras de la mochila y logro sacarla. En ese momento termina de perder la conciencia, porque yo le preguntaba “¿Pablo, me escuchás?” para hacer un leve análisis de la situación. Y no me contestaba. Yo sabía que estaba, pero hubo un momento en que termina de perder el conocimiento, y lo ponemos en posición lateral de seguridad.
¿Tenés conocimientos médicos o de protocolos de emergencia?
Fui bombero voluntario y trabajé en el sistema de ambulancias de Lomas de Zamora. Con ese conocimiento es que me acerco a hacer esto. Cuando lo pusimos en posición lateral de seguridad para que no se asfixiara, el médico sugiere que le hagamos un vendaje compresivo, y en el momento en que estábamos haciendo el vendaje compresivo es que aparece la ambulancia.Viene la médica, habla con un muchacho y cuando viene a hablar conmigo le digo que tenía una fractura de base de cráneo. En el video se ve que trae una tabla y pudimos terminar de acomodarlo y lo cargamos en la tabla con el chico de Sacachispas que está en la foto de Pablo. Él es de los que lo traen de atrás hacía adelante. El chico del Sacachispas se quedó con Pablo desde que le dispararon hasta que lo subimos a la ambulancia.
Arriba de la ambulancia tomo conciencia de Jorge, amigo de Pablo, que lo había perdido un momento antes de que lo hirieron. Llegamos al hospital, bajamos, y yo siempre sosteniéndole la cabeza, llegamos a la puerta de seguridad y no me querían dejar pasar. Yo les decía: “No le voy a soltar la cabeza ni a gancho”. Cuando entramos al shock room, ahí estaba el médico cirujano, que muy seriamente me dice: “A ver, correte, necesito ver”. Y como que ahí hizo un click mi cabeza, y dije: “Bueno, ya estás adentro del hospital, dentro del shock room, hasta acá llegaste, hermano”. Ahí lo suelto y me voy, pidiéndole perdón a la gente por haberle gritado, y pido lavarme las manos. Después, afuera me pongo a hablar con Jorge un poco más, empiezo a pensar lo que había sucedido.
¿Y lo que me contabas del escudo humano?
Eso fue algo espontáneo: mientras yo hacía eso, había una ronda de fotógrafos y a la vez gente que se ponía ahí a separar, teniendo en cuenta que siguen disparando, en ningún momento dejaron de disparar.
Entonces son varias las cosas que creo que salvan a Pablo. Si la plaza se hubiera vaciado, no hubiésemos podido hacer todo eso. Y estos chicos que hicieron un escudo humano, la gente de la posta de salud, porque yo no tenía guantes, los guantes me los dan los chicos de la posta, las gasas me las dan los chicos de la posta [de salud, NdR]… ¿Por qué estaba la posta ahí?, porque aprendimos de lo que había pasado en Chile y en otras situaciones que había que tener, y ya había pasado lo de Darío y Maxi. Si la plaza se hubiera vaciado, la policía habría avanzado. Lo que hice yo, no hubiese podido haberlo hecho.En los primeros auxilios, una de las cosas que se habla es de la seguridad en escena. La seguridad en escena nos la dio el cordón de seguridad de gente, y sobre todo, la gente que no se fue de la plaza, ellos fueron los que aseguraron la escena.
Vos ves una línea de similitud entre lo que le sucedió a Pablo y la represión donde asesinaron a Dario y Maxi en 2002, ¿querés explicarlo?
Lo sucedido con Darío y Maxi marcó un punto de inflexión, ya que en la represión en la estación Avellaneda se dio una coordinación poco habitual entre fuerzas de seguridad nacionales y provinciales, estando esta vez bajo control de Nación. La jornada tuvo similitudes con otras represiones, como el intento de socorro de Darío a Maxi, y en mi caso, cuando pude asistir a Pablo. A diferencia de aquel 26 de junio, cuando la represión fue feroz y todo se descontroló, hoy percibo una mayor maduración y conciencia colectiva en el pueblo, lo cual permitió que se pudiera brindar primeros auxilios en el lugar. Justo por las casualidades de la vida estaba cerquita ese día, estoy formado en esto y además soy militante, ya había estado en movilizaciones con represión que son complicadas. A mí los primeros auxilios es algo que me apasiona, y en ese momento pude ayudar con lo que sabía, y no me costó la vida, como le costó la vida a Darío entonces. Está esa imagen de Pepe Mateos en la que está Maxi tirado en el piso y alguien le está sosteniendo la cabeza y con la mano estirada. Esta vez, en relación a Pablo, la mano estirada no era para parar una bala, sino para que otro compañero ponga un guante. Esa conjunción de gente queriéndolo ayudar, le termina dando las posibilidades de llegar con vida al hospital y que los médicos le salven la vida. A mí y a otros nos tocó sostenerle la vida a Pablo, pero los que se la salvan son los médicos en el hospital que le hacen la operación.
Quizás otra similitud que hay es que Darío no conocía a Maxi y se quedó, igual que el otro chico. Así como ni yo ni ninguno de los otros chicos que estábamos ahí conocíamos a Pablo. Otra cosa que me acordé es que el SAME no vino solo, alguien -no sabemos quién- habrá ido corriendo corriendo a buscar una ambulancia. Es muy importante eso, porque sin la ambulancia yo me hubiese quedado sosteniéndole la cabeza, ¿Cuánto tiempo? O sea, fue fundamental el SAME. ¿Pero quién activó el sistema de emergencia? El sistema de emergencia lo activó alguien desde la plaza. No creo que haya sido con un llamado, porque no hubiese sido tan rápida la respuesta. Alguien fue a buscar al SAME. Todas esas pequeñas acciones son las que terminan posibilitando esto y que la historia hubiese sido otra.
Hubo una cuestión de hermandad. Como me dijo mi viejo, ese podía haber sido yo. Cualquiera podía serlo. Cuando Nora Cortiñas le decía a su hijo Gustavo “Por favor, no te pongas adelante”, y Gustavo le respondió “Mamá, no puedo hacer eso, porque si no estoy yo va a estar otro compañero”, es lo mismo. Estaba Pablo ahí, pero podía haber sido yo. Y no importaba que Pablo es peronista y yo soy de izquierda. En ese momento estábamos ahí por la misma situación y lo que menos me imaginé era cuál era la orientación política de Pablo. Era un compañero que estaba en esa situación. Tocó poner en juego lo que sé, lo que aprendí y que por suerte sirvió. Me han dicho “¿Por qué te quedaste, si no lo conocías?”.
Capaz que una persona que no es militante no lo puede llegar a entender, pero era uno de los nuestros. Podía haber sido yo. No quería que pase a ninguna familia ni a nadie lo que veo y siento acompañando a las Madres, a Alberto y Leo Santillán. No quería que otra familia también pase por esa situación, más allá de lo que lamentablemente tienen que estar pasando… porque a la media hora ya tenían que andar contestándole las mierdas que estaba diciendo Bullrich, ¿no? Pero no tuvieron que pasar por lo cruento de que no esté. Y ahora tienen esperanza. La verdad que para mí fue muy fuerte cuando vi sonreír a los padres, a la madre, porque el primer día que la vi fue el jueves, al otro día de que hirieron a Pablo. La verdad que lo que más me estremece y me emociona son las cosas que me dicen los amigos y la familia, la verdad que me genera un montón de orgullo.
Si tuvieras que decirle algo a alguien que tiene miedo de salir a luchar a la calle por esto ¿qué le dirías?
Que vaya con sus compañeros, con gente de confianza, ir organizados. Que lean las recomendaciones que hacen los organismos y referentes de derechos humanos.
Aprender de las Madres, aprender de las Abuelas, de los familiares que tanto en dictadura como en democracia salieron a la calle. Pero cuidarse. Tenemos en frente a Bullrich, ¿no? Que te dispara y después te dice que te lo merecías, porque sos un militante. Hay que aprender de los jubilados, que los cagan a palos todos los miércoles, y siguen yendo.
Cuando las Madres salieron a las calles e hicieron la ronda, fue algo nuevo e innovador. Nos tocará ver la manera de innovar. Lo que veo en los semaforazos por justicia para Pablo, es una situación bastante innovadora. Lo que se ve en los semaforazos es un montón de gente que pasa, toca la bocina y tiene aceptación. Tener audacia política para no perder la calle, y a la vez cuidarnos.
¿Pudiste conocer a Pablo? ¿Qué le dirías?
Fue una gran alegría ver que Pablo se empezaba a recuperar. Y en esa recuperación, cuando empieza a preguntar qué le pasó, ahí Jorgito -que es este amigo con el que estábamos arriba de la ambulancia, y es uno de los que en el Hospital Ramos Mejía se quedaba a darle de comer casi todas las noches y en el Hospital Roca es uno de los que se queda a dormir y acompañarlo-, le cuenta a Pablo sobre mí. Todavía en terapia intensiva lo fui a saludar, a conocer y fue muy emocionante que me haya dado la mano, que me haya dicho “Gracias, amigo”. Que nos prometamos volver a comer una picadita, o que ya vamos a tener más momentos para compartir.
Estos días salió una foto en la cual él estaba con la cámara de fotos y está tocando la armónica, me emociona. Y cuando empezaron a cambiarle las caras a los familiares y amigos, que los primeros días los veías y tenían una cara muy, muy triste. Fue muy lindo ver cómo esas caras empezaron a sonreír. Y fue muy lindo este 25 de junio, cuando estaba tocando la Delio Valdez [en la conmemoración de la Masacre de Avellaneda, NdR], ver a Jorgito y a Fabián bailando, disfrutando un ratito. Más temprano el 25 me crucé a Delia, una de las mamás de Cromañón, que cuando llega justo estaban probando sonido, pasando música, y espontáneamente se ponen a bailar con una compañera; cuando termina de bailar me dice «Esto es la alegre rebeldía. No es que no tengamos la tristeza que tenemos acá en el pecho, pero esta es la alegre rebeldía». Y fue lo que aprendí de Norita, que siempre ese espíritu lo tenía. Y fue lo que pude ver ese día en Jorgito y en Fabián, que estaban disfrutando un ratito. Es esperanzador. Y el deseo de que Pablo tenga toda la fortaleza para poder afrontar toda esta recuperación que se le viene, que es compleja, pero tiene un montón de gente para acompañarlo. Que tenga la integridad necesaria para afrontar esta recuperación, que sé que la tiene porque es lo que nos van diciendo sus familiares.