La industria láctea atraviesa uno de sus años más duros y, por efecto de la caída en el consumo y la aceleración de los costos, se multiplican las empresas con complicaciones para mantenerse operativas. A la crisis que sacude a firmas como SanCor y Lácteos Verónica, en las últimas semanas se sumó el nombre de La Suipachense, que debe meses de sueldos y ha girado más de 500 cheques sin fondo. Controlada por el grupo venezolano Maralac, la compañía mantiene paralizada la mayoría de la producción y en torno a la lechera anticipan que se avanzaría con un recorte de al menos 60 puestos de trabajo. En torno a los empleados de la firma predomina la idea de que los dueños de La Suipachense evalúan la posibilidad de buscar la quiebra de la láctea.
Un recorte como el que se planea llevar a cabo en la compañía con sede en la ciudad bonaerense de Suipacha implicaría reducir la dotación de personal en casi un 50 por ciento. La situación interna en la compañía ganó en temperatura a partir de la intervención del gremio ATILRA, que acusa a Maralac de realizar maniobras de vaciamiento para una posterior venta de sus activos.
La cúpula de La Suipachense despidió a 9 empleados del área administrativa en las últimas semanas y las familias de los cesanteados y el resto de los operarios aún ligados a la firma montaron un campamento a las puertas de la planta de la lechera.
Fuentes de la región aseguran que «el grupo empresario que la maneja, Maralac -de capitales venezolanos-, desapareció dejando un tendal de deudas millonarias con proveedores y productores, más sueldos impagos».
Crisis en La Suipachense: colectas e incertidumbre
En la comunidad la situación es de suma preocupación dado que la láctea es un pilar clave del empleo en Suipacha. La semana pasada, el Cuerpo de Bomberos Voluntarios local tomó la decisión de iniciar una colecta solidaria para ayudar a los trabajadores de La Suipachense que, expresaron, «atraviesan una situación compleja desde lo laboral».
«La fábrica acá ayuda directa o indirectamente a casi la totalidad del pueblo. Las empresas o personas de alto poder adquisitivo que quieran hacer donaciones, lo pueden hacer y nosotros pasaremos a retirarlos por donde sea. Todo lo que sume para presentarle batalla a esta dura situación, será bienvenido. Vemos que día a día se va agravando», declaró al respecto Ariel Verges, jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios.
En el escenario de conflicto también entra en relevancia el rol de ATILRA, que en el ámbito lechero es observado como un actor que viene incentivando la conflictividad en torno a la compañía.
Precisamente, la injerencia de ATILRA es señalada por la compañía como una de las causas de la caída agravada que muestra el procesamiento de leche de La Suipachense.
En su mejor momento comercial, la empresa llegó a operar con hasta 250.000 litros diarios. En la actualidad, ese volumen se redujo a 0 aunque, vale aclararlo, ya en el último año su capacidad había bajado hasta merodear los 40.000 litros diarios.
La situación con los empleados comenzó a ponerse candente a partir de julio, momento en que los trabajadores decidieron ocupar la planta ante las repetidas ausencias que comenzaron a evidenciar los directivos de La Suipachense.
Al mismo tiempo, también dejaron de tener presencia los representantes de Maralac. Y comenzó a atrasarse el pago de los salarios. Los empleados decidieron solicitar la intervención de las autoridades comunales pero el diálogo con la compañía no avanzó y luego comenzaron a activarse los despidos.
La Suipachense y una situación financiera crítica
Las instalaciones en Suipacha son propiedad del grupo venezolano Maralac desde hace algo más de 13 años. Desde el desembarco de esos capitales, la compañía ha atravesado distintas etapas comerciales, pero la crisis comenzó a imponerse desde hace algo más de un año.
En la actualidad, y de acuerdo a datos de la base de deudores del Banco Central, la compañía acumula más de 500 cheques rechazados por un monto total superior a los 3.600 millones de pesos.
A eso hay que sumarle la situación de procesamiento de leche nulo, consecuencia también de las abultadas deudas que la empresa mantiene con los 180 proveedores que abastecían a La Suipachense. Los incumplimientos continuos terminaron por minar la estructura de tambos que proveían a la láctea de la materia prima clave.
Por estos días, fuentes del ámbito lechero estiman en $3.000 millones mensuales el monto que requiere La Suipachense para operar con normalidad. La firma, aseguran, apenas si recaudó 500 millones en el último bimestre.