Se puede anticipar una tragedia? Qué nos puede enseñar el caso de Villa Crespo

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El caso conocido como “la masacre de Villa Crespo”, donde se investiga si Laura Leguizamón asesinó a sus dos hijos pequeños y a su esposo antes de quitarse la vida, conmocionó al país. Más allá del espanto es necesario detenerse en una pregunta incómoda, pero esencial: ¿hubo señales que no supimos —o no quisimos— escuchar?

Desde la mirada clínica, los brotes psicóticos no aparecen de golpe. En la mayoría de los casos existe un recorrido previo: cambios en la conducta, pensamiento desorganizado, retraimiento social, actitudes erráticas o sensibilidad extrema frente a estímulos cotidianos. A esto suelen sumarse antecedentes de sufrimiento psíquico no tratado o desestimado.

Según el Ministerio de Salud de la Nación, el 60% de las personas que atraviesan su primer brote psicótico no reciben atención profesional en los primeros meses, lo que agrava el pronóstico. El Observatorio de Salud Mental y Consumos Problemáticos indica que solo 3 de cada 10 personas con trastornos mentales acceden a tratamiento continuo en el sistema público. Las cifras no mienten: la brecha entre lo que ocurre y lo que se atiende es alarmante.

Entonces, ¿qué podemos hacer como entorno cercano? Lo primero es dejar de mirar para otro lado. La intervención no requiere un diagnóstico, sino una pregunta sincera: ¿estará necesitando ayuda? Los cambios en la rutina, la higiene, el lenguaje o el comportamiento son señales que no deben ser ignoradas. Acompañar no es invadir. Preguntar no es acusar. Y en muchos casos, simplemente estar disponibles puede marcar la diferencia.

En mi libro Imperfectos, explico que el sufrimiento psíquico no siempre se muestra con claridad. A veces aparece disfrazado de cansancio, ansiedad, o simplemente de una aparente “rareza”. Pero eso no lo hace menos real y nadie elige sentirse así. Lo que desde afuera parece irracional, muchas veces tiene una lógica interna que requiere ser escuchada por un profesional.

El caso de Villa Crespo aún está siendo investigado, pero lo cierto es que estas tragedias rara vez ocurren sin antecedentes. La salud mental no se deteriora de un día para el otro: hay signos, hay momentos en los que se puede intervenir.

Según la OMS, 1 de cada 8 personas en el mundo convive con un trastorno mental. Detectarlos a tiempo y ofrecer atención adecuada puede cambiar todo. No se trata de vivir en vigilancia permanente, sino de asumir que estar atentos también es una forma de cuidar.

Al final, lo que parece estallar de repente es, muchas veces, el resultado de pequeñas fisuras que nadie vio. Porque el alma no se quiebra de golpe: es como un dique que, durante mucho tiempo, soporta más agua de la que debería. Primero aparecen las filtraciones, casi imperceptibles. Luego, la presión. Y cuando nadie refuerza los bordes ni escucha los crujidos, llega lo inevitable: el colapso.

*Psicoanalista, cofundador de RedPsi y autor de Imperfectos y Verdades no dichas.

por Santiago Silberman*

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