Diego Capusotto: su relación con Alfredo Casero, por qué no está en Cha Cha Chá ni volvió con Todo x 2 pesos y su estreno en calle Corrientes

Compartir:

Diego Capusotto tiene algo que casi nadie tiene: fama. Algo de que se habla todo el tiempo sin que la mayoría sepa qué se trata. El que no es famoso juzga actitudes de famosos. Los famosos se miran entre ellos, se comparan, se pelean, habilitan programas de chismes solamente ocupados por gente conocida.

La fama suele tener un correlato basado en el poder adquisitivo. Un famoso se mueve en determinado coche, vive en determinado barrio, veranea en determinado lugar. El famoso, además, posee un nuevo activo: la posibilidad latente, y lucrativa, de ser influencer.

Sin dudas es uno de los casos más interesantes de la famosidad criolla: vive en Barracas, nos cita en un bar de barrio que a veces usa de oficina y, obsérvese esta elección: desde que dejó Peter Capusotto y sus videos, hace casi diez años, su nombre no ha languidecido pese a quedar asociado a proyectos chiquitos, casi del under y los venerados ‘90.

Si por casualidad uno dijera: “Capusotto es el mejor comediante argentino”, alguno podrá pensar en Olmedo, en Francella, en Pepe Biondi, pero nadie pensaría que tal afirmación es insoportablemente delirante.

El tipo llega al encuentro con algo de batik que se tiró encima. Un cocoliche de entrecasa profundo que hace juego con el desinterés de mal necesario que le resulta el periodismo. Idéntica apatía -eso es un logro suyo- nos provoca su vida privada: saber de su señora esposa, si cambio el auto, esas cuestiones.

No tiene muertos bajo la alfombra y lleva casi media vida en un barrio flagrante, con uno de los metros cuadrados más accesibles de la ciudad. Tampoco debe tener vecinos célebres en las inmediaciones de Montes de Oca al 1700, el bar donde nos citó a cinco cuadras de su casa.

Nunca un chisme en todos estos años de gente y popularidad. Eso también debe haber sido un desafío personal. Capusotto es su trabajo, su talento explícito, sus gustos musicales y algunas opiniones biepensantes. No deja saborear el defecto o la bajeza. En ese sentido se muestra mucho más humano el Gordo Casero.

Diego Capusotto es el protagonista de «Tirria», una obra de humor grotesco, en la que también participan su hija Eva, Rafael Spregelburd, Andrea Politti y su hijo Galo. Foto: Cristina Sille

Eva, la hija actriz

Por razones estrictamente profesionales, sin embargo, ahora mismo nos metemos en la intimidad de su hogar y preguntamos por su hija Eva.

-¿Vas a trabajar con ella?

-Si, Eva todavía está estudiando, le faltan uno o dos años, pero tiene experiencia, ya actuó, de hecho estaba haciendo un protagónico. Sin experiencia ella no hubiera aceptado la propuesta.

-¿Le intimida ser Capusotto?

-Mmm… No creo, no sé, nunca lo hemos hablado. Seguramente intenta eludir eso para que no tenga más presencia el apellido del padre que ella misma. Le gusta ser ella, no hace mucho alarde.

Diego Capusotto y su hija Eva. Ella ya tiene experiencia como actriz y ahora acompañará a su padre en «Tirria».

-Tampoco se cambió el apellido…

-No, y no se lo va cambiar. Igualmente es inevitable que haga sus propias cosas. Mi otra hija es abogada, algo que yo jamás hubiese sido. Creo que el tema de mi reconocimiento les afectaba más cuando eran chicas y me paraban para pedirme autógrafos. En esa época eran autógrafos… Tienen el padre que tienen y, en este caso, tienen uno que las acompaña. Ser público no tiene vuelta atrás. Ya está, es inevitable.

Diego Capusotto hace unas entrevistas públicas muy simpáticas con la periodista Nancy Giampaolo como partenaire. Empezó siendo algo esporádico y se fue trasformando en una “biocomedia”. Últimamente filmó una película bizarra con su amigo Néstor Montalbano. Escribió un libro de poesía que si tapás el nombre jamás podrías adivinar que él autor es un comediante.

Ahora actuará en una obra de teatro al estilo convencional en la calle Corrientes. Tirria -”palabra de nuestro padres”-, tiene los créditos autorales de la propia Giampaolo y Lucas Nine, dibujante, hijo del prestigioso Carlos Nine. Del elenco participan Andrea Politti, Rafael Spregelburd, Daniel Berbedes, Juano Arana, Eva Capusotto y Galo Politti, hijo de Andrea.

La fama, la pizzería y el público

-Un amigo en común me contó que una vez se cruzó con vos en el cine Lorca y a la salida te dijo de ir a comer una pizza a Güerrín. Le dijiste que no y te tiraste de cabeza en el primer taxi que apareció.

-Es que yo evito lugares donde sé que hay un territorio que no será relajado. La televisión es un medio masivo, no es como el teatro. El teatro es más de gueto. A mí me saludan por la calle por programas de televisión que yo quise hacer. Trabajé por fuera de Chá chá chá y de Todo x 2 Pesos y nadie se acuerda…

Diego Capusotto dice que se sigue viendo y hablando con Pedro Saborido, pero que por ahora no piensan en un regreso de «Todo x 2 pesos». Foto: Cristina Sille

-Pero salís del Lorca y te tirás de cabeza en un taxi…

-Porque en Güerrín no te podés comer una pizza tranquilo. Me voy a otro lugar. No tengo nada contra esa pizzería, de hecho fui, pero lo que te estoy diciendo es sentido común.

-De “Peter Capusotto…” pasaron nueve años. De ahí en mas hiciste cosas que pueden hasta pasar inadvertidas…

-Yo hubiese querido ser jugador de fútbol y me parece que en la actuación puse una garra que me faltó para ser futbolista. Cuando uno es actor, el compromiso, el lenguaje, el estado de intensidad expresiva, eso de que a uno le guste mostrarse, es un riesgo que uno asume. Empecé a actuar a los 25 y lo hice nada más que por descarte. Yo no tuve la crisis de los 40, esa crisis la tuve antes, a los 20. A los 40 estaba en Todo x 2 pesos y no tenía ningún problema. Además, de ahí en más fuimos legitimados. Para mí el humor es molestar a propios y ajenos. Si molestás a los propios y no les gusta, que se jodan. No voy cambiar o medir el tipo de humor según lo que sea socialmente aceptado. Creo que tenemos una trayectoria de 30 años que hace suponer que cualquier cosa que hagamos invitaría a que el espectador se siente a ver.

-Pergolini dice que volvió a la televisión para hablarle al mismo público de siempre que ahora tiene 50 ó 60 años.

-No sé si esa es la lectura o es: ando necesitando un poco de dinero. No sé quién puede verlo ahora. Lo mismo pienso de nosotros. No sé quién nos podría ver. Tampoco sé qué podría hacer yo en la televisión.

Un actor frente al espejo. Diego Capusotto cuenta que no necesita tener afinidad ideológica con la gente que trabaja con él. Foto: Cristina Sille

-En “Peter Capusotto” había mucho humor practicado desde una mirada conservadora. Te reías del vegano, del rockero (Pomelo), del padre progresista…

-Y nos reímos del peronismo, incluso viniendo de ahí. Eso era Bombita. El Padre progresista sale porque yo veo a mi hija en su pieza con el novio. A mí no me molestó, pero le conté a Pedro (Saborido) y nos empezamos a imaginar qué pasaría con el fulano que muestra esa naturalidad, pero en el fondo está incómodo, molesto con la situación.

-¿Esa era la modalidad? ¿Vos llevabas la idea y después Pedro la trabajaba?

-Cada uno trabajaba por su lado y después nos juntábamos a organizar el material. Iba a su casa y trabajábamos. Nos quedábamos mucho en silencio, pensado elementos graciosos.

-¿Pomelo es tuyo o es de él?

-A mí se me ocurría Pomelo o se me ocurrían otros personaje y a él se le ocurría la forma de escribirlos. Yo actuaba, el guionaba y los dos tirábamos ideas. Un poco en eso consistía el programa. Me viene a la cabeza James Bo, el agente uruguayo. Yo lo pensé como un chiste corto y Pedro me dijo que había que hacerle una historia al personaje.

Diego Capusotto y su opinión sobre «Cha Cha Chá»: «Puede funcionar solo, no importa si yo estoy o no estoy». Foto: Cristina Sille

-¿Necesitás que la gente que trabaja con vos tenga, ideológicamente, la misma manera de pensar?

-La gente que trabaja con uno a veces es funcional y punto. A mí no me importa si el de la cámara voto a Milei. pero con Pedro obvio que había una afinidad ideológica, sí, claro…

-¿Están distanciados?

-Lo veo, no, hacemos cosas distintas ahora, pero nos vemos.

Volver o no volver a lo conocido

Capusotto fue adquiriendo la apariencia de un cocker spaniel. Sus ojos perrunos entran en los de uno como un largo padecimiento. Cierto desgano amable va ganando fuerza en sus maneras de decir las cosas. No le gustan las entrevistas. Parece que días atrás se bajó de la posibilidad de apoyar su obra de teatro en un horario del prime time. Nos hacen saber -no él- que somos unos “afortunados” en gozar de su querida presencia. «Las notas le chupan un huevo».

Dentro de un rato -llamémoslo fobia- Diego se levantará como eyectado de la mesa del bar donde dejó enfriar un café y, como si todo esto hubiera sido una charla telefónica, dirá «un abrazo» sin siquiera estrecharnos la mano.

Una vieja foto de «Cha Cha Chá», con Capusotto a la izquierda, Alfredo Casero arrina y Fabio Alberti a la derecha.

-¿Por qué no estás en Chá Chá chá? Ahora parece que van a hacer un Movistar a fin de año, ¿sabías?

-Chá Chá Chá puede funcionar solo, no importa si estoy o no estoy. Además no tenía ganas de participar. Tampoco haría una función de Todos x 2 pesos ni buscaría llenar un teatro con los personajes que hacía con Pedro.

-Entonces nadie debería esperar otra temporada de Peter Capusotto y sus videos…

-No, no creo.

-No volvés a las cosas que hiciste.

-Cuando yo me quede en cero, siempre voy a hacer algo con Pedro. Ahora no estoy en cero, estoy con un proyecto teatral. Si vuelvo al humor será con Pedro, nunca iría desde otro lugar.

-¿Pedro sería la garantía de éxito?

-La garantía de que yo vuelva a hacer algo de humor.

Diego Capusotto y Fabio Alberti, en «Todo x 2 pesos», un ciclo humorístico que tuvo gran éxito.

-¿Estás alejado del género?

-Yo ya no tengo que dar pruebas a nadie. No me importa si es un proyecto de humor o no. Estoy más grande y mezclar proyectos no me gusta. Cuando estaba con Pedro, no estaba con ninguna otra cosa. No puede hacer eso de moverme en tres cosas a la vez.

-Nancy Giampaolo es la coautora de “Tirria” y tu partenaire en las entrevistas públicas. ¿Quién es Nancy Giampaolo?

-Somos amigos, pero lo de las charlas, que habían empezado con Pedro, surgió porque ella me dijo que existía una persona interesada en que lleváramos el formato a Rosario. Te hablo de 2021. Pensamos que era algo de un par de veces y terminó siendo una estructura donde hay un guion y algunos disparadores. A Nancy la conocí como periodista en 2008 y empezamos a tener una vinculación amistosa. Esas charlas, que se trasformaron en un espacio autorreferencial, me atraen más que cualquier nota periodística.

-¿Son gustos que te das o no tenés otra cosa?

-En ese momento no tenía otra cosa. Estábamos viendo si con Pedro empezábamos a hacer algo, pero la pandemia interrumpió todo y apareció lo de Nancy, que terminó siendo un espectáculo que recorrió todo el país y ya fue a España…

-¿Sos más de rechazar proyectos o de no tener ofrecimientos?

-Me llaman y hay cosas que no me interesan o las rechazo porque estoy en otra. Quiero decir: si estoy en esta obra, Tirria, voy con un sentido de banda, con un sentido colectivo.

Diego Capusotto cuenta que le ofrecieron hacer la serie sobre José de Zer y la rechazó. Foto: Cristina Sille

-¿Qué rechazaste?

-Me convocaron para hacer de José de Zer, un personaje que me generaba un problema. Me parecía muy complejo.

-¿Esa película que termina haciendo Leo Sbaraglia?

-Sí. Ese proyecto me dio cierto temor. Uno también trabaja desde la inseguridad de decir, bué, no sé si esto es para mí. Tampoco me parecía un desafío.

-¿Te considerás buen actor?

-¿Eh?

-¿Te considerás buen actor?

-Nunca me pregunté eso. Para hacer humor soy bueno, claro.

-¿Por qué actuás?

-Ufff, actúo para que no haya un antes y un después. Yo, que soy medio fatalista, creo que estoy vivo de esa manera.

-¿Hacés algo por plata?

-No me gusta acumular. Primero veo el proyecto, nunca pregunto por la plata. Cuando me llamó Alex de la Iglesia para trabajar en España le dije que no porque estaba con Pedro en la tele. No pregunté cuánto había. Supongo que tengo que estar muy en la lona para pensar en eso, y todavía no lo estoy. Y si estuviera en la lona tampoco preguntaría: lo haría sencillamente porque estoy en al lona.

Tirria, una comedia negra

Andrea Politti, Diego Capusotto y Rafael Spregelburd, protagonistas de «Tirria», que se estrena en el Metropolitan el 7 de agosto. Foto: Prensa

Tirria se llama la obra. Estrena en el teatro Metropolitan el 7 de agosto. Se vende como una “comedia negra” que cuenta la historia apócrifa de los Sobrado Alvear, familia patricia argentina venida a menos. Todos los veranos, los Sobrado Alvear fingen partir a Europa. Hilario, el fiel criado, es el único que sabe su secreto: arruinados económicamente, en realidad pasarán los siguientes tres meses encerrados en baúles arrumbados en su mansión, sobreviviendo en base de recuerdos.

La obra -dice- es un homenaje a las comedias de teléfono blanco del viejo cine argentino. Algo de esa atmósfera puede percibirse en Las corredoras (2024), última película protagonizada por él, ambientada en los años ‘50.

-¿Es graciosa la obra?

-Es un grotesco desaforado.

-¿Como se define “grotesco”?

-Como algo afectado que se sale del naturalismo. Lo cotidiano corrido. Una obra que también habla de las apariencias.

-El Gordo Casero dijo que hace 30 años que no lo llamás por teléfono.

-(Suspiro de monja) No hablamos por teléfono. Ah, sí, me llamó en 2006 para ser parte de un programa donde estaba con Leticia Brédice…

-No son amigos.

-Fuimos, pero nos distanciamos. Hubo algo que ahora nos animó a juntarnos, que era este proyecto de Chá chá chá. No se dio porque, reitero, estoy en otra cosa. Tampoco él fue quien me llamó. Me convocó un productor. Creo que no es relevante todo esto.

-Sí es relevante, y es normal que te lo pregunte.

Me preguntan por Alfredo en términos de opinión política. Es como si la Argentina se dividiera entre la opinión de Alfredo y la mía. La Argentina no se divide entre la opinión de dos artistas. Igual te digo que la confrontación ideológica no me pone en un lugar como para no saludar o escuchar a alguien. Hay pares con los que tengo más diferencias. Uno tiene diferencias con los propios y con los antagónicos.

-Él dice que es peronista gracias a vos. ¿Es una ironía de su parte?

-No sé si se hizo peronista por mí. A Milei lo votó mucha gente que hubiera votado al peronismo. Quiero decir, Ritondo también dice que es peronista y esta en el PRO. El peronismo es un sello.

-Sos de los que cree que Milei ganó porque el peronismo hizo todo mal?

-Es factible que sí, pero yo no pienso darle entidad.

También puede interesarte

Un invento argentino permite manejar maquinaria del agro mediante satélites.

Se trata de un volante electrónico que sirve para “trabajar la línea de siembra” y se adapta a...

Empleadas domésticas: cuánto cobrarán en agosto con el nuevo aumento sumado al bono no remunerativo

Las empleadas domésticas recibirán un incremento en su sueldo de agosto sumado a un bono no remunerativo,...

Crecen vertiginosamente las búsquedas de viajes a San Pablo por la carrera en la que participará Franco Colapinto

Se registra un fuerte aumento en el interés por San Pablo: las búsquedas de viajes hacia la...

Manchester City: otro triunfo más a la racha increíble y el partido clave por el título

La Premier League es considerada por propios y extraños como la más competitiva del...